Todos amamos las grandes revelaciones ¿verdad?. El misterio de lo desconocido acumula todo tipo de anticipación dentro de nosotros. Quiero decir, mire lo que sucede cuando la compañía Apple anuncia su fecha anual de revelar nuevos productos; “ese misterio” se convierte en lo más hablado en las redes sociales. “¿Qué es lo que Apple va a revelar esta vez?” Tras el estreno, millones corren a comprar el producto, y se convierte en el siguiente elemento que hay que conseguir.
Llevémoslo a los días pre-mesiánicos. Me imagino que el misterio que rodeaba al Mesías era, en alguna forma, similar a la última revelación de la compañía Apple. La gente se preguntaba continuamente y especulaban preguntándose: “¿Quién será?”, “¿Cuándo va a venir?”, “¿Cómo será?”. La gente en aquellos días estaban esperando para ver quién iba a salvar al mundo del pecado y la oscuridad.
A veces yo, egoístamente, quiero entrar en una máquina del tiempo y volver a los días del Antiguo Testamento para ver y vivir las historias que la Biblia describe. Sin embargo, estoy segura de que a aquellas personas en el Antiguo Testamento les encantaría haber llegado a presenciar la llegada del Mesías, su Salvador.
En Efesios 3, Pablo explica que el misterio del Salvador no fue revelado hasta el recibir el regalo del Espíritu. A través de esta revelación, ahora somos de la misma manera herederos del cuerpo de Cristo y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús. Al saber esto, somos capaces de dar un vistazo del amor de Cristo por nosotros.
Qué hermosa revelación: Cristo superó la muerte por lo que podemos ser partícipes de la eternidad con Él.
Cuando pienso en el gran suspenso del misterio de los productos de Apple y el resultado de su revelación, no puedo dejar de pensar en el impacto que tiene en el mundo. Sin embargo, tan fácilmente dejamos a un lado la mayor revelación conocida por el hombre. ¡Imagínese si esta revelación fuera el tema más comentado y de las cosas que hay que obtener de la vida! No sólo algo que se debe tener, sino también una promoción, un regalo, que da amor y alegría que dura por toda la eternidad. Oro para que nunca perdamos de vista el misterio que se ha revelado a nosotros.
¿Qué le ha revelado Dios de Sí mismo últimamente?
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