Nuestro hermano Carlos Augusto reflexiona sobre lo que Dios les ha enseñado a él y a su familia en este año.
El año que culmina fue cargado de experiencias, de muchas cosas que aprender pero otras muchas que desaprender, a valorar lo que Dios nos ha regalado.
Algo que aprendimos, precisamente, fue darle valor a lo que Dios nos ha dado, empezando por su bendito regalo de la salvación, nada podrá ser mejor para nosotros sino este maravilloso regalo. Pero también lo que es quizá común y normal que lo tengamos, me refiero a la familia, trabajo e iglesia. No podríamos decir que fue un buen año si para nosotros uno de estos tres círculos estuviera en decadencia.
Gracias a la iglesia, aclaramos y profundizamos mas, el llamamiento que Dios nos ha hecho. Fuimos desafiados a a creer en una iglesia sin muros, en donde el púlpito es tu
Aprendimos que la visión que tiene Dios con nosotros, no es simplemente que aprendamos algo relacionado con El, no se trata sólo de conocimiento, sino de transformación. Esto debe generarse, primero en el individuo, así como sucedió con la iglesia de Hechos. Primero fue transformado un grupo de personas que no tenían mucho conocimiento, pero que fueron renovados en su forma de pensar.
escritorio, tu cocina, la tienda, tu carro y que no hay limitantes para cumplir con este llamado que El le hizo a su iglesia. No queremos que se nos vuelva una rutina la iglesia, no queremos que el cristianismo sea una religión, queremos que sea nuestra forma de vivir.
Ahora nuestro llamado es mucho más claro y la verdad menos limitado. Maduramos mucho como familia, pudimos vencer muchos temores y empoderarnos en El Señor para continuar.
La pérdida de mi cuñada fue un duro golpe que recibimos como família, sobretodo para mi esposa, es algo que será muy difícil de superar. Esto contrastado con el embarazo de mi esposa nos permitió ver, que tenemos un Dios que esta con nosotros en las derrotas y es bueno para darnos regocijo y gozo en medio del dolor.
Estamos desafiado a seguir adelante porque mejor será el tiempo venidero, ¡DIOS A SIDO FIEL!!!
Terminando el año es normal hacer una valoración o un balance, como lo queramos llamar, de lo que vivimos y aprendimos en este tiempo. No queremos pensar de una manera emotiva como lo solíamos hacer, sino de una forma sensata y responsable con nosotros mismos.
El año que culmina fue cargado de experiencias, de muchas cosas que aprender pero otras muchas que desaprender, a valorar lo que Dios nos ha regalado.
Algo que aprendimos, precisamente, fue darle valor a lo que Dios nos ha dado, empezando por su bendito regalo de la salvación, nada podrá ser mejor para nosotros sino este maravilloso regalo. Pero también lo que es quizá común y normal que lo tengamos, me refiero a la familia, trabajo e iglesia. No podríamos decir que fue un buen año si para nosotros uno de estos tres círculos estuviera en decadencia.
Gracias a la iglesia, aclaramos y profundizamos mas, el llamamiento que Dios nos ha hecho. Fuimos desafiados a a creer en una iglesia sin muros, en donde el púlpito es tu
Aprendimos que la visión que tiene Dios con nosotros, no es simplemente que aprendamos algo relacionado con El, no se trata sólo de conocimiento, sino de transformación. Esto debe generarse, primero en el individuo, así como sucedió con la iglesia de Hechos. Primero fue transformado un grupo de personas que no tenían mucho conocimiento, pero que fueron renovados en su forma de pensar.
Ahora nuestro llamado es mucho más claro y la verdad menos limitado. Maduramos mucho como familia, pudimos vencer muchos temores y empoderarnos en El Señor para continuar.
La pérdida de mi cuñada fue un duro golpe que recibimos como família, sobretodo para mi esposa, es algo que será muy difícil de superar. Esto contrastado con el embarazo de mi esposa nos permitió ver, que tenemos un Dios que esta con nosotros en las derrotas y es bueno para darnos regocijo y gozo en medio del dolor.
Estamos desafiado a seguir adelante porque mejor será el tiempo venidero, ¡DIOS A SIDO FIEL!!!
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