Este debe ser nuestro deseo. Debe ser como el deseo de San Pablo en 2 Tim. 4:6-8. Queremos terminar bien nuestra jornada como hijos de Dios. Pero para esto debemos saber que envuelve en este caminar. Envuelve cambios. De esto nos enseña este pasaje.
Los primeros cinco versículos expresan este deseo, y los siguientes tres versículos pide a Dios que le transforme para no ser seducidos en acciones y comportamiento equivocado contrario a la voluntad de Dios. El salmista lo escribe en forma de imperativos o mandatos. Esto indica la seriedad y el compromiso de su petición al Señor.
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