Nuestros tiempos modernos no son muy diferentes a los tiempos de antes. Hoy día buscamos lo milagroso o sensacional al punto de ser llevados por nuestras emociones. En Nuevo México en 1977 Jesús se le apareció a una mujer en una tortilla de harina. Esto se convirtió un santuario donde personas iban para buscar una conexión espiritual. Después de esto otros han dicho lo mismo. En los años 1990, un grupo de cristianos “carismáticos” comenzaron la “risa santa”. Esta risa santa aparentemente era parte de la “tercera ola del Espíritu Santo” donde las personas en el servicio eran tocadas con una “risa santa” que iba acompañada con la histeria.
Esta inclinación humana a lo sensacional lleva a las personas a rechazar la verdad de Dios en busca de aquello que la hace más espiritual. No es muy diferente lo que estaba sucediendo en Corinto en el primer siglo.
Pablo comienza este capítulo diciendo “seguid el amor”. Es un imperativo, un mandato. Pablo ya ha descrito el amor en el capítulo 13. El amor es superior a los dones. El amor edifica a otros. El amor es testimonio al mundo que somos seguidores de Cristo. El amor es el don más grande. Es por esto que debemos “procurarlo” o perseguirlo (como persecución), seguirlo como alguien que va detrás de algo. Pero esto no quiere decir que los dones no importan, especialmente el don de profecía.
Pablo corrige el desbalance que existe en la iglesia en Corinto de pensar que los dones milagrosos, especialmente el don de lenguas es superior y como tal indicación de ser más espiritual. En esta sección contrasta el don de profecía con el don de lenguas.
El don de profecía es el don que la iglesia debe procurar y no el don de lenguas. Pablo explica porqué. Este pasaje es relevante para nosotros hoy día ya que vemos en nuestro “mundo” cristiano el la confusión que énfasis en el don de lenguas ha traído. La verdad de la Palabra de Dios es tan relevante para nosotros hoy día ya que los mismos problemas y asuntos suceden en la iglesia hoy.
Esta inclinación humana a lo sensacional lleva a las personas a rechazar la verdad de Dios en busca de aquello que la hace más espiritual. No es muy diferente lo que estaba sucediendo en Corinto en el primer siglo.
Pablo comienza este capítulo diciendo “seguid el amor”. Es un imperativo, un mandato. Pablo ya ha descrito el amor en el capítulo 13. El amor es superior a los dones. El amor edifica a otros. El amor es testimonio al mundo que somos seguidores de Cristo. El amor es el don más grande. Es por esto que debemos “procurarlo” o perseguirlo (como persecución), seguirlo como alguien que va detrás de algo. Pero esto no quiere decir que los dones no importan, especialmente el don de profecía.
Pablo corrige el desbalance que existe en la iglesia en Corinto de pensar que los dones milagrosos, especialmente el don de lenguas es superior y como tal indicación de ser más espiritual. En esta sección contrasta el don de profecía con el don de lenguas.
El don de profecía es el don que la iglesia debe procurar y no el don de lenguas. Pablo explica porqué. Este pasaje es relevante para nosotros hoy día ya que vemos en nuestro “mundo” cristiano el la confusión que énfasis en el don de lenguas ha traído. La verdad de la Palabra de Dios es tan relevante para nosotros hoy día ya que los mismos problemas y asuntos suceden en la iglesia hoy.
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