Ser fructífero en el contexto de Juan 15:1-16 no solo tiene que ver con una vida espiritual personal que crece en el Señor dependiendo de Él y obedeciéndole sino que esta ligada con la misión que tenemos en el mundo de llevar y comunicar el evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Nuestro fruto es un fruto que se expresa externamente y tangiblemente a otros (el carácter cristiano consistente), especialmente a los que no conocen a la Vid verdadera. No es fruto que se expresa solo individualmente sino que se expresa junto con la comunidad de fe en la que Dios nos ha puesto.
En el primer siglo la iglesia tuvo impacto en el mundo como comunidad y no tanto individualmente. Es así como Dios diseño su iglesia.
Para ser fructífero debemos llevar a cabo lo que el Señor nos enseña en este pasaje. Hay cuatro pautas que si cumplimos, nos asegurarán que seamos fructíferos.
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