Santiago 5:7-8 nos dice
"Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.
Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.”
Este es el mensaje de Isaías 11. Pero antes de esto hablemos un poco sobre el concepto de la esperanza.
La palabra esperanza se usa mucho hoy día. Es común hoy día ver la “esperanza” arraigada en nuestros deseos, nuestros sueños, nuestras expectativas, nuestras creencias, nuestras metas y nuestros logros.
Esta idea es apoyada por casi todo lo que vemos en nuestra cultura, aparece de una manera noble y pensamos que esta bien. Pero la pregunta que debemos hacer es si esta esperanza está arraigada en el concepto bíblico de la esperanza. Cuando vivimos una vida Cristo-céntrica, nuestra esperanza debe alinearse a lo que la Escritura enseña.
A veces muchos de nosotros perdemos la esperanza porque la basamos en nuestras experiencias o creencias pero no en la verdad de Dios.
Esto pasa aun en la vida de nosotros los creyentes. No vemos que las cosas progresan o van bien y perdemos la esperanza.
-perdemos la esperanza que nuestro conyugue cambiará
-perdemos la esperanza que habrá cura para las enfermedades incurables
- perdemos la esperanza que viviremos mejor
-perdemos la esperanza de que tendremos un mejor trabajo o una mejor carrera.
- perdemos la esperanza de tener la familia ideal
- perdemos la esperanza que terminaremos nuestra carrera espiritual con éxito
- perdemos la esperanza de que nuestro mundo será mejor.
En estos días hemos visto un desenlace público de abusos sexuales de hombres muy reconocidos en los Estados Unidos. Hombres profesionales, exitosos pero con una historia de abuso hacia el sexo opuesto. Sin duda esto ha causado que muchos pierdan la esperanza que hay hombres que son fieles a sus esposas, se mantienen puros y tratan al sexo opuesto con dignidad.
Como creyentes sabemos que poner la mirada en el hombre pecaminoso nos trae desesperanza.
Esto es lo que hace nuestra cultura nos hace creer algo que no tiene base en la esperanza bíblica.
Pero hay otras cosas en las que las personas ponen su esperanza:
- En un esposo/esposa
- En lo material/económico
- En la carrera profesional
- En ideas como: ser positivo, altruista, la excelencia, vivir la vida para ser feliz, ser saludable y en buena condición física etc.
Creemos que todo esto producirá algo deseado o anhelado que hacemos el fin de nuestra búsqueda y traerá la realización personal completa.
Pero la verdad bíblica es lo opuesto. Esto es lo que enseña Isaías 11.
El pueblo de Dios, Israel había sido rebelde toda su vida. Rehusaron vez tras vez obedecer a Dios. Sus reyes, a excepción de unos pocos, todos habían sido malos guiando al pueblo a la idolatría, vez tras vez. La nación era un desastre. Dios tuvo que castigarlo severamente usando otras naciones.
Dios castiga a las doce tribus con dos diferentes naciones. A Judá, la cuál estaba formada por dos tribus, castiga usando a la nación de Babilonia. A Israel, las otras diez tribus, usa Asiria (en 722 a.C.) de la cual habla este pasaje. Dios advirtió a Israel (el reino del Norte) que dejara su orgullo y le escuchará pero rehusó hacerlo. Esto le llevo a ser castigada por Dios.
Sin embargo, este castigo no sería como el castigo que traería a Asiria (609 a.C. Por Babilonia)por su maldad en contra de su pueblo. Asiria dejaría de existir pero no Israel el pueblo de Dios. Aunque Israel (eventualmente todas las tribus que formaban a Israel) quedaría destruída, las personas destituidas, su descendencia exterminada, su fin no sería este. Dios no ha dejado de amarles y se los demostraría. La nación retoñaría.
La esperanza renacería. Israel renacería. Israel daría fruto otra vez. Pero un fruto, no temporal sino permanente. Este fruto vendría del tronco que había quedado. Un vástago retoñaría de él. Pero este retoño era diferente. Muy diferente. Traería lo que su pueblo siempre había deseado, un futuro cierto, seguro, lleno de vida y paz. Perfecto. Pero para esto tenían que tener esperanza.
En este tiempo de Advenimiento que nos lleva a la Navidad, todos esperamos algo. Año tras año esperamos algo. Todos anhelamos algo mejor que el año anterior. Todos renovamos esa esperanza año tras año. Pero esta esperanza es ilusoria. La esperanza que necesitamos es la que Dios prometió a su Pueblo en medio de la desesperanza. La esperanza que fue cumplida en nuestro Señor Jesucristo y se cumplirá en su segunda venida.
Miremos cómo es Él, y el futuro que nos promete que nos debe llevar a confiar en Él como nuestra única esperanza duradera y esperar con paciencia.
Tito 2:13 dice, “Aguardando la esperanza bienaventurada. La manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Señor Jesucristo.”
En Isaías 11 miramos la identidad de El Vástago. El vendría del tronco de Isaí (v. 1a)
Dios le había prometido a David que su descendencia sería eterna. 2 Sam . 7:16; Is. 9:7
Esta rama vendría de la descendencia de Isaí padre de David.
No solo esto sino que retoñaría de las raíces de su descendencia (v. 1b)
En Jeremías 23:5 y 33:15 nos dice que este renuevo sería el rey justo de Israel.
Este vástago o retoño fue Cristo el Salvador. Esta fue una promesa cumplida por Dios Mateo 1:1
Este retoño traería la salvación del pecado al pueblo de Dios (Mat. 1:21).
Esta es la esperanza que renacería del pueblo de Israel, de la ruina en que ellos vivían. Pero sería mucho más que una restauración material o de posición. Dios les promete a una persona que les cambiaría su destino eterno completamente.
La esperanza que Dios da no es como nosotros la esperamos. Muchas veces nuestra esperanza se convierte en algo que nosotros llegamos a creer sin ninguna base en la verdad de Dios.
Me gusta leer la literatura infantil. Un libro que estoy leyendo se llama “Wonder” (Maravilla). Se trata de un niño llamado Auggie (Agosto) que nace con un defecto físico que hace que su cara este desfigurada. En una conversación con una niña llamada Verano (Summer) hablan sobre la muerte.
El papá de Summer había muerto. Ella le pregunta si alguien en su familia había muerto. El le dice que su abuela. Esto lleva a Summer a preguntarle a Auggie si se preguntaba alguna vez sobre que pasaba con la gente que moría. El le dice que no. “Pero,” le dice el, “Supongo que van al cielo.”
Verano le dice que ella piensa mucho sobre esto. Ella dice, “Yo creo que cuando las personas que mueren sus almas van al cielo pero solo por un periodo corto. Eso es cuando ellos ven a sus amigos y otras cosas, como que se ponen al tanto del tiempo. Pero después creo que sus almas empiezan a pensar en su vida en la tierra, si fueron buenos o malos o lo que sea. Entonces ellos renacen como bebés en el mundo.”
El responde, “¿porqué harían eso?”
Ella dice, “porque así tienen otra oportunidad para hacerlo todo bien. Sus almas tienen una segunda oportunidad para rehacerlo todo.”
Estas son las clases de ideas en las que las personas ponen su esperanza que son contrarias a la verdad de Dios. Dios te ofrece algo mejor no ideas inciertas basadas en tus creencias, tus sueños o tus deseos. El vástago da fruto.
El Vástago también daría fruto espiritual “retoñara de sus raíces” (v. 1)
Este vástago daría fruto, un fruto más allá de la prosperidad material. Este fruto sería un fruto espiritual.
La esperanza de Israel llegó en la persona de Jesucristo. Su llegada, su apariencia, su vida y su muerte no fue como la de un rey, el rey que ellos esperaban. Por esto dice la Biblia en Juan 1:12 que a los suyos vino, y los suyos no le recibieron. Pero a los que creyeron en Él les dio el derecho de ser SUS hijos. El pueblo de Dios falló en ver que el fruto sería espiritual y aun hoy esperan al salvador. Viven esperando cuando la esperanza ya vino.
¿Cuál es tu esperanza? ¿Sigues pensando que quizás este año que viene será mejor, que tu vida tendrá un futuro muy próspero materialmente? Quizás tu esperanza esta en tus hijos. Ellos serán buenos y exitosos. Quizás tu esperanza es vivir muchos años y disfrutar la vida aquí en la tierra pero nada más. Quizás tu esperanza es que Dios te dará una segunda oportunidad después de la muerte. Quizás piensas que tu vida en su desastre y nadie puede ayudarte a cambiarla. Tu matrimonio un desastre. Tu vida personal un desastre. Tu futuro un desastre. No esperas mucho porque te has dado por vencido.
Jesús dijo que él había venido para dar vida, vida en abundancia. Y también dijo que el que crea en Él aunque este muerto vivirá. (Juan 11)
No hay necesidad de reencarnación y una
segunda oportunidad como Summer le dice a Auggie.
Hay una esperanza que promete más de lo material y temporal. Esa esperanza de promete vida eterna. Esa esperanza es Cristo. Cristo te ofrece la vida eterna hoy y una vida de fruto espiritual. Jesus dijo que si permanecemos en Él llevaremos fruto, fruto espiritual (Juan 15). Pero para esto debemos creer en Él como el Salvador, el vástago, el retoño del tronco de Isaí.
"Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.
Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.”
Este es el mensaje de Isaías 11. Pero antes de esto hablemos un poco sobre el concepto de la esperanza.
La palabra esperanza se usa mucho hoy día. Es común hoy día ver la “esperanza” arraigada en nuestros deseos, nuestros sueños, nuestras expectativas, nuestras creencias, nuestras metas y nuestros logros.
Esta idea es apoyada por casi todo lo que vemos en nuestra cultura, aparece de una manera noble y pensamos que esta bien. Pero la pregunta que debemos hacer es si esta esperanza está arraigada en el concepto bíblico de la esperanza. Cuando vivimos una vida Cristo-céntrica, nuestra esperanza debe alinearse a lo que la Escritura enseña.
A veces muchos de nosotros perdemos la esperanza porque la basamos en nuestras experiencias o creencias pero no en la verdad de Dios.
Esto pasa aun en la vida de nosotros los creyentes. No vemos que las cosas progresan o van bien y perdemos la esperanza.
-perdemos la esperanza que nuestro conyugue cambiará
-perdemos la esperanza que habrá cura para las enfermedades incurables
- perdemos la esperanza que viviremos mejor
-perdemos la esperanza de que tendremos un mejor trabajo o una mejor carrera.
- perdemos la esperanza de tener la familia ideal
- perdemos la esperanza que terminaremos nuestra carrera espiritual con éxito
- perdemos la esperanza de que nuestro mundo será mejor.
En estos días hemos visto un desenlace público de abusos sexuales de hombres muy reconocidos en los Estados Unidos. Hombres profesionales, exitosos pero con una historia de abuso hacia el sexo opuesto. Sin duda esto ha causado que muchos pierdan la esperanza que hay hombres que son fieles a sus esposas, se mantienen puros y tratan al sexo opuesto con dignidad.
Como creyentes sabemos que poner la mirada en el hombre pecaminoso nos trae desesperanza.
Esto es lo que hace nuestra cultura nos hace creer algo que no tiene base en la esperanza bíblica.
Pero hay otras cosas en las que las personas ponen su esperanza:
- En un esposo/esposa
- En lo material/económico
- En la carrera profesional
- En ideas como: ser positivo, altruista, la excelencia, vivir la vida para ser feliz, ser saludable y en buena condición física etc.
Creemos que todo esto producirá algo deseado o anhelado que hacemos el fin de nuestra búsqueda y traerá la realización personal completa.
Pero la verdad bíblica es lo opuesto. Esto es lo que enseña Isaías 11.
El pueblo de Dios, Israel había sido rebelde toda su vida. Rehusaron vez tras vez obedecer a Dios. Sus reyes, a excepción de unos pocos, todos habían sido malos guiando al pueblo a la idolatría, vez tras vez. La nación era un desastre. Dios tuvo que castigarlo severamente usando otras naciones.
Dios castiga a las doce tribus con dos diferentes naciones. A Judá, la cuál estaba formada por dos tribus, castiga usando a la nación de Babilonia. A Israel, las otras diez tribus, usa Asiria (en 722 a.C.) de la cual habla este pasaje. Dios advirtió a Israel (el reino del Norte) que dejara su orgullo y le escuchará pero rehusó hacerlo. Esto le llevo a ser castigada por Dios.
Sin embargo, este castigo no sería como el castigo que traería a Asiria (609 a.C. Por Babilonia)por su maldad en contra de su pueblo. Asiria dejaría de existir pero no Israel el pueblo de Dios. Aunque Israel (eventualmente todas las tribus que formaban a Israel) quedaría destruída, las personas destituidas, su descendencia exterminada, su fin no sería este. Dios no ha dejado de amarles y se los demostraría. La nación retoñaría.
La esperanza renacería. Israel renacería. Israel daría fruto otra vez. Pero un fruto, no temporal sino permanente. Este fruto vendría del tronco que había quedado. Un vástago retoñaría de él. Pero este retoño era diferente. Muy diferente. Traería lo que su pueblo siempre había deseado, un futuro cierto, seguro, lleno de vida y paz. Perfecto. Pero para esto tenían que tener esperanza.
En este tiempo de Advenimiento que nos lleva a la Navidad, todos esperamos algo. Año tras año esperamos algo. Todos anhelamos algo mejor que el año anterior. Todos renovamos esa esperanza año tras año. Pero esta esperanza es ilusoria. La esperanza que necesitamos es la que Dios prometió a su Pueblo en medio de la desesperanza. La esperanza que fue cumplida en nuestro Señor Jesucristo y se cumplirá en su segunda venida.
Miremos cómo es Él, y el futuro que nos promete que nos debe llevar a confiar en Él como nuestra única esperanza duradera y esperar con paciencia.
Tito 2:13 dice, “Aguardando la esperanza bienaventurada. La manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Señor Jesucristo.”
En Isaías 11 miramos la identidad de El Vástago. El vendría del tronco de Isaí (v. 1a)
Dios le había prometido a David que su descendencia sería eterna. 2 Sam . 7:16; Is. 9:7
Esta rama vendría de la descendencia de Isaí padre de David.
No solo esto sino que retoñaría de las raíces de su descendencia (v. 1b)
En Jeremías 23:5 y 33:15 nos dice que este renuevo sería el rey justo de Israel.
Este vástago o retoño fue Cristo el Salvador. Esta fue una promesa cumplida por Dios Mateo 1:1
Este retoño traería la salvación del pecado al pueblo de Dios (Mat. 1:21).
Esta es la esperanza que renacería del pueblo de Israel, de la ruina en que ellos vivían. Pero sería mucho más que una restauración material o de posición. Dios les promete a una persona que les cambiaría su destino eterno completamente.
La esperanza que Dios da no es como nosotros la esperamos. Muchas veces nuestra esperanza se convierte en algo que nosotros llegamos a creer sin ninguna base en la verdad de Dios.
Me gusta leer la literatura infantil. Un libro que estoy leyendo se llama “Wonder” (Maravilla). Se trata de un niño llamado Auggie (Agosto) que nace con un defecto físico que hace que su cara este desfigurada. En una conversación con una niña llamada Verano (Summer) hablan sobre la muerte.
El papá de Summer había muerto. Ella le pregunta si alguien en su familia había muerto. El le dice que su abuela. Esto lleva a Summer a preguntarle a Auggie si se preguntaba alguna vez sobre que pasaba con la gente que moría. El le dice que no. “Pero,” le dice el, “Supongo que van al cielo.”
Verano le dice que ella piensa mucho sobre esto. Ella dice, “Yo creo que cuando las personas que mueren sus almas van al cielo pero solo por un periodo corto. Eso es cuando ellos ven a sus amigos y otras cosas, como que se ponen al tanto del tiempo. Pero después creo que sus almas empiezan a pensar en su vida en la tierra, si fueron buenos o malos o lo que sea. Entonces ellos renacen como bebés en el mundo.”
El responde, “¿porqué harían eso?”
Ella dice, “porque así tienen otra oportunidad para hacerlo todo bien. Sus almas tienen una segunda oportunidad para rehacerlo todo.”
Estas son las clases de ideas en las que las personas ponen su esperanza que son contrarias a la verdad de Dios. Dios te ofrece algo mejor no ideas inciertas basadas en tus creencias, tus sueños o tus deseos. El vástago da fruto.
El Vástago también daría fruto espiritual “retoñara de sus raíces” (v. 1)
Este vástago daría fruto, un fruto más allá de la prosperidad material. Este fruto sería un fruto espiritual.
La esperanza de Israel llegó en la persona de Jesucristo. Su llegada, su apariencia, su vida y su muerte no fue como la de un rey, el rey que ellos esperaban. Por esto dice la Biblia en Juan 1:12 que a los suyos vino, y los suyos no le recibieron. Pero a los que creyeron en Él les dio el derecho de ser SUS hijos. El pueblo de Dios falló en ver que el fruto sería espiritual y aun hoy esperan al salvador. Viven esperando cuando la esperanza ya vino.
¿Cuál es tu esperanza? ¿Sigues pensando que quizás este año que viene será mejor, que tu vida tendrá un futuro muy próspero materialmente? Quizás tu esperanza esta en tus hijos. Ellos serán buenos y exitosos. Quizás tu esperanza es vivir muchos años y disfrutar la vida aquí en la tierra pero nada más. Quizás tu esperanza es que Dios te dará una segunda oportunidad después de la muerte. Quizás piensas que tu vida en su desastre y nadie puede ayudarte a cambiarla. Tu matrimonio un desastre. Tu vida personal un desastre. Tu futuro un desastre. No esperas mucho porque te has dado por vencido.
Jesús dijo que él había venido para dar vida, vida en abundancia. Y también dijo que el que crea en Él aunque este muerto vivirá. (Juan 11)
No hay necesidad de reencarnación y una
segunda oportunidad como Summer le dice a Auggie.
Hay una esperanza que promete más de lo material y temporal. Esa esperanza de promete vida eterna. Esa esperanza es Cristo. Cristo te ofrece la vida eterna hoy y una vida de fruto espiritual. Jesus dijo que si permanecemos en Él llevaremos fruto, fruto espiritual (Juan 15). Pero para esto debemos creer en Él como el Salvador, el vástago, el retoño del tronco de Isaí.
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