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Here are two articles written by Emily Guevara ( Twitter: @TMTEmily)  on our background and on  Grace Español .   Tyler Morning Telegraph...

Friday, August 31, 2018

¿Quién es mi prójimo? (Amando al prójimo) Lucas 10:25-34 - Primera Parte

Recuerdo a Nuestro vecino del otro lado de la calle falleció hace unos años después de haber estado en el hospital durante más de una semana. Ella era una viuda que vivió una vida muy solitaria. Su único hermano había muerto no hace mucho tiempo, y no tenía familia inmediata, excepto su hijo adulto. Hablaba muy poco inglés y no sabía conducir. Ella caminaba con mi esposa por el vecindario. Mi esposa hizo todo lo que pudo por ella, haciendo sus compras, llevándola a citas médicas, cortándose las uñas de los pies, dándole comida, etc. También asistió a algunos eventos en nuestra casa. Es triste porque, viviendo en un lugar rodeado de gente, nadie se hizo amigo de ella hasta que nos mudamos a la zona. Ella incluso sufrió ataques de pánico tal vez debido al hecho de que estaba sola todo el día.

Vivimos en un mundo que necesita amor. Un amor tangible. El amor al prójimo del que Cristo habló en Lucas 10.

La semana pasada comenzamos la mini serie "Amando al prójimo" y hablamos sobre porqué debemos amar a nuestro prójimo. Debemos amar a nuestro prójimo porque demuestra que amamos a Dios. Además nos da una oportunidad para compartir el evangelio, nos ayuda a reconciliarnos con otros, y nos enseña a vivir en comunidad.
Hoy queremos contestar la pregunta ¿Quién es mi vecino?

Volvamos a la parábola del buen samaritano. Recordemos lo que es una parábola. Una parábola es una historia con el propósito de ilustrar una verdad espiritual. Una de las reglas al interpretar una parábola es que hay una verdad central espiritual. Esto quiere decir que no todo lo que escuchamos en la parábola tiene significado espiritual. Por ejemplo, la parábola del samaritano no está enfatizando el punto de vista del que es golpeado y dejado casi muerto. El punto es lo que hacen o no hacen las personas que lo ven tirado en el camino.

Volvamos otra vez al texto. El Señor ya ha contestado al pregunta del intérprete de la ley usando una pregunta. Este hombre quería atrapar al Señor. Así que no se da por vencido e intenta otra vez usando una segunda pregunta:

"Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?"

Este intérprete sabía que el mandato de amar al prójimo en Deut. 6:5 and Lev. 19:18 tenía una diversidad de interpretaciones en cuanto a quién es la persona que debemos amar. El consenso general era que la Ley enseñaba que debían amar a sus vecinos o prójimo pero odiar a sus enemigos."

Esta clase de interpretación era común como lo fue aun a en una comunidad de judíos llamados los Esenios que vivieron en 197 a 142 a. C. Estos se separaron del resto de los judíos para formar una nueva comunidad en el desierto. Ellos decían que uno debía amar a todos los hijos de la luz que son parte de la comunidad, pero odiar a los hijos de las tinieblas que están fuera de la comunidad".

Así que volviendo al texto podemos mirar que este intérprete está preguntando, ¿A quién excluir en esta mandato? Hubiera sido fácil para nuestro Señor simplemente decirle la respuesta. Pero siendo el maestro por excelencia, le cuenta una historia. Esta historia le da la respuesta.

Pausemos aquí y pensemos si esa pregunta es la que nosotros también haríamos o hacemos. Si somos honestos, muchos de nosotros pensamos lo mismo. Queremos justificarnos para no aceptar nuestra responsabilidad de amar al prójimo.
Pensemos en nuestras excusas que le damos al Señor:

- "Señor, no tengo tiempo a si que no me pongas a nadie en mi camino hoy."
- "Señor, ellos son americanos y yo no hablo inglés."
- "Señor, ellos son ________(gringos u otro). Yo soy Hispano. ¿Entiendes verdad?"
- "Señor, ¿quieres decir que yo tengo que ir hasta allá...sabes que es peligroso verdad?"
- "Señor, tengo recursos limitado para ayudar a otros."
- "Señor, mi casa es muy pequeña. Además, ¿quién me va ayudar a limpiarla cuando me la dejen sucia?"
- "Señor, tu sabes mi situación...que yo soy... inmigrante en los Estados Unidos."
- "Señor, tu sabes que yo ya hago demasiado en la iglesia. Allá está____que no hace nada."
- "Señor, ¿porqué yo, tu sabes que no me gusta la gente?"
- "Señor, es muy peligroso ayudar a desconocidos."
- "Señor, mi don es orar por ellos no de servir."
- "Señor, ¿quieres que ame a____? ¡Eso es muy difícil!"
- "Señor, ¿amar a mis enemigos? ¡Eso es extremo!

Ninguna de estas razones es válida como miraremos en este pasaje.

1. Razones por las cuales no amamos a nuestro prójimo
Cuando analizamos porque no amamos a nuestro prójimo podemos pensar en varias razones por qué no lo hacemos. Cada una de estas puede que tengan validez humana pero delante de Dios no son suficiente para no amar a nuestro prójimo.

A. Separación - No hay relación con las personas. Vivimos aislados por alguna razón (soy tímido, no soy social, la gente es mala, termina mal).
Esta separación también lo vemos en nuestra comunidad. Las personas con culturas similares viven en una área específica de la ciudad. Aunque esta separación es normal no debe limitarnos a con quien debemos asociarnos o relacionarnos.

B. Estereotipos - Tenemos ciertas ideas preconcebidas de las personas dependiendo de donde provienen, el idioma que hablan, el lugar donde viven, su estatus socioeconómico.

Esto sucede dentro de nuestra cultura como fuera de nuestra cultura.

C. Miedo - Tenemos miedo de lo que desconocemos.

No conocemos como son otras culturas y tenemos temor de envolvernos con otros. Tenemos temor de lo que puede pasar si ayudamos a personas desconocidas. Pero si nos vemos como misioneros esto debería impulsarnos a cruzar esas barreras culturales. Muchos de Uds. lo han hecho al venir a los Estado Unidos.

D. Tiempo - Decimos que no tenemos tiempo para otras personas porque estamos muy ocupados.

La realidad es que muchas veces esto es excusa, otras veces es porque no tenemos una agenda personal. Vivimos en el momento. Vivimos en lo que Stephen Covey llama el cuadrante I, atendiendo a las emergencias o lo urgente porque no tenemos nuestros valores y prioridades en orden. Quizás digas, "¡Mi horario es imposible!". Lee el libro de Stephen Covey, "Los Siete Hábitos de Personas Altamente Efectivas". Además te ofrezco mi ayuda para hacer un horario que refleje los valores del reino de Dios.

E. Confort - A todos nos gusta lo cómodo.

Ninguno de nosotros quiere salir de lo que es cómodo y seguro. Queremos nuestro espacio especial y no queremos que nadie quite esos momentos especiales en nuestra zona de confort.

Si eres honesto, estas razones son las que todos damos. Para mi todas forman parte de mis excusas para no amar al prójimo. Pero si deseo obedecer al Señor amando a mi prójimo debo estar dispuesto a dejarlas a un lado para seguir su mandato.




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