II. Debemos vivir en unidad unos con otros vv. 2-3
- Disipando la discordia
A. Animando a otros a tener un mismo sentir v. 2
“Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor.”
Estas dos hermanas en Cristo tenían desacuerdos relacionados con el orgullo, los intereses personales y posiblemente la posición que tenían en la iglesia. Este desacuerdo era significante ya que Pablo tiene que mencionarlo. Es posible que eran dos mujeres prominentes en la iglesia y su desacuerdo estaba afectando la unidad de la iglesia.
Pablo los anima, les ruega, les invita públicamente ante la iglesia a que resuelvan sus diferencias y tengan “un mismo sentir en el Señor.” Este sentir imita al Señor, viene del Señor, es parte de nuestro caminar en el Señor. Notemos también que Pablo es imparcial y no culpa ninguna en particular.
La actitud que deben tener la una hacia la otra es la que tuvo el Señor (Fil. 2:2), una actitud de humildad (lo opuesto de la arrogancia que muchas veces mostramos), una actitud de preferir a la otra persona, una actitud que tiene la misma meta de ser como Cristo. El enfoque no es tanto en lo que cada uno debe respetar sus derechos, ganar o perder, o ambos ganar algo sino hacer lo que honra al Señor. Esto envuelve una actitud humilde como la del Señor.
Hoy día queremos resolver nuestros conflictos usando la estrategia del mundo (y algunos rehúsan resolver sus conflictos). Todo mundo debe ganar, nadie debe perder nada. Nuestros derechos y deseos son primero. Nuestros problemas entre hermanos y hermanas en Cristo deben ser “en el Señor”. Debe agradarle a nuestro Señor. Ese es nuestro enfoque. Sabemos que si tenemos problemas con alguien va a afectar nuestra relación con el Señor. Es por esto que nuestro Señor dijo:
“Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,
deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” Mateo 5:23-24
Si no restauramos nuestra relación con otros y estamos en paz, nuestra relación con el Señor no está bien tampoco.
B. Ayudando a otros a vivir en unidad v. 3
“Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.”
Animando a otros y ayudando a otros a resolver la discordia nos lleva a la unidad lo cual produce la paz de Dios.
Si queremos que haya paz entre nosotros debemos vivir en unidad. Esto requiere que cada uno de nosotros asuma el rol que Dios nos ha dado como pacificadores. Mateo 5:9 Esto requiere que intervinamos en casos de desacuerdos en la familia de Dios. No es solo mi rol, es rol de todos nosotros.
Pablo pide a su “compañero” que posiblemente era Timoteo o Epafrodito a que les ayude (la palabra significa juntar) a ellas a resolver su conflicto. En ocasiones es necesario la intervención de una tercera persona para resolver problemas entre dos hermanos o hermanas en Cristo.
El proceso lo encontramos en Mateo 18:15-20. Si después de todo esto el hermano o los hermanos causan división debemos seguir lo que dice Tito 3:10 dice, “Al que cause divisiones, amonéstalo dos veces, y después evítalo.” Quiere decir que como iglesia tenemos que cortar el compañerismo con esa persona.
Estas dos mujeres habían “combatido” o trabajado juntamente ayudando al Pablo junto con Clemente y otros colaboradores “cuyos nombres están el libro de la vida.” Eran parte del equipo misionero de Pablo pero más importante el hecho que eran creyentes, ciudadanas del cielo y como tales deberían vivir en armonía.
¿Qué estás haciendo para promover la paz entre nuestros hermanos en Cristo? ¿Animas a otros y sirves como mediador para establecer la unidad y la paz? ¿Personalmente, buscas la unidad y la paz con todos?
Debemos animar y ayudar a otros a vivir en unidad en la iglesia para que podamos tener paz, la paz de Dios.
III. Debemos vivir regocijándonos en el Señor v. 4
- Huyendo de la felicidad
“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!"
Cuando hay unidad, hay gozo del Señor. No puede haber gozo cuando no hay discordia entre hermanos en Cristo. La unidad hace posible el gozo en el Señor y pero además nos da su paz.
A. Debemos huir la felicidad subjetiva
Pablo ya ha introducido el tema del gozo en esta carta (mirar Fiil. 1:18; 2:2; 2:17-18, 29, 4:10)
El gozo no lo mismo que la felicidad. La felicidad es subjetiva, de acuerdo a lo que nosotros queremos y recibimos. Hoy día el consumismo nos dice si tenemos más cosas seremos felices. Pero no es cierto. Sabemos que entre más tenemos más queremos y nunca estamos felices. Hoy día se nos dice que busquemos lo que nos hace feliz. Muchas personas lo buscan en las cosas, en el placer, en sus carreras y en sus familias. Muchos corren "la carrera de las ratas", que atrapadas en un laberinto van de un lugar a otro hasta que mueren exhaustas. Así hoy muchos viven así. Viven pero no saben para qué o para quién viven. No hay paz. Todo lo que hay en este mundo no nos puede dar el gozo. El gozo no se puede comprar, no se puede ganar, no se puede adquirir humanamente. Pablo dice que para tener paz debemos regocijarnos en el Señor.
B. Debemos regocijarnos SIEMPRE en el Señor
El mandato es regocijarnos siempre en el Señor. Regocijarnos en el Señor siempre cualesquiera que sean las circunstancias porque Dios está obrando en nuestras vidas y llevando a cabo su voluntad. Nos está formando a su imagen.
Pablo que estaba en la cárcel tenía el gozo del Señor. Pablo ha descrito en el capítulo 2 que Jesucristo es Señor porque se humilló, murió, resucitó. A través de Él tenemos vida eterna. Estamos unidos con Él. El nos imparte de su gozo. Este gozo es más real en nuestra vida y en la medida en que dependemos de Él. Nos podemos regocijar siempre cuando podemos decir, "para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia." Tenemos gozo aunque lo perdamos todo, porque nuestra ganancia se acerca, cuando nuestra vida sea completa en Cristo. Nuestro gozo tiene una esperanza segura.
Pablo reitera el mandato otra vez. La iglesia de Filipos necesita escuchar otra vez al igual que nosotros hoy día, "¡Regocijaos!
Nuestro Señor nos manda como iglesia a regocijarnos en Él siempre, cuando estamos todos juntos o unos pocos juntos en la semana. No somos mandados a ser felices. No somos mandados a entretenernos. No somos mandados a quejarnos. Somos mandados a regocijarnos en el Señor siempre. Es el gozo del Señor nuestra fortaleza. Su gozo nos da su paz.
G.K. Chesterton dijo, "Gozo, el cual era una pequeña publicidad para los paganos, es un secreto gigante par los Cristianos." (Citado en "A Long Obedience in the Same Direction" por Eugene H. Petersen
¿Muestra tu vida el gozo o el regocijo del Señor en todo tiempo? ¿Pueden otros ver este regocijo en ti en medio de todas las circunstancias?
Una iglesia unida se regocija, es una iglesia que posee la paz de Dios, y que puede compartir esta paz contagiosa con otros que no tiene la paz con Dios.
- Disipando la discordia
A. Animando a otros a tener un mismo sentir v. 2
“Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor.”
Estas dos hermanas en Cristo tenían desacuerdos relacionados con el orgullo, los intereses personales y posiblemente la posición que tenían en la iglesia. Este desacuerdo era significante ya que Pablo tiene que mencionarlo. Es posible que eran dos mujeres prominentes en la iglesia y su desacuerdo estaba afectando la unidad de la iglesia.
Pablo los anima, les ruega, les invita públicamente ante la iglesia a que resuelvan sus diferencias y tengan “un mismo sentir en el Señor.” Este sentir imita al Señor, viene del Señor, es parte de nuestro caminar en el Señor. Notemos también que Pablo es imparcial y no culpa ninguna en particular.
La actitud que deben tener la una hacia la otra es la que tuvo el Señor (Fil. 2:2), una actitud de humildad (lo opuesto de la arrogancia que muchas veces mostramos), una actitud de preferir a la otra persona, una actitud que tiene la misma meta de ser como Cristo. El enfoque no es tanto en lo que cada uno debe respetar sus derechos, ganar o perder, o ambos ganar algo sino hacer lo que honra al Señor. Esto envuelve una actitud humilde como la del Señor.
Hoy día queremos resolver nuestros conflictos usando la estrategia del mundo (y algunos rehúsan resolver sus conflictos). Todo mundo debe ganar, nadie debe perder nada. Nuestros derechos y deseos son primero. Nuestros problemas entre hermanos y hermanas en Cristo deben ser “en el Señor”. Debe agradarle a nuestro Señor. Ese es nuestro enfoque. Sabemos que si tenemos problemas con alguien va a afectar nuestra relación con el Señor. Es por esto que nuestro Señor dijo:
“Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,
deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” Mateo 5:23-24
Si no restauramos nuestra relación con otros y estamos en paz, nuestra relación con el Señor no está bien tampoco.
B. Ayudando a otros a vivir en unidad v. 3
“Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.”
Animando a otros y ayudando a otros a resolver la discordia nos lleva a la unidad lo cual produce la paz de Dios.
Si queremos que haya paz entre nosotros debemos vivir en unidad. Esto requiere que cada uno de nosotros asuma el rol que Dios nos ha dado como pacificadores. Mateo 5:9 Esto requiere que intervinamos en casos de desacuerdos en la familia de Dios. No es solo mi rol, es rol de todos nosotros.
Pablo pide a su “compañero” que posiblemente era Timoteo o Epafrodito a que les ayude (la palabra significa juntar) a ellas a resolver su conflicto. En ocasiones es necesario la intervención de una tercera persona para resolver problemas entre dos hermanos o hermanas en Cristo.
El proceso lo encontramos en Mateo 18:15-20. Si después de todo esto el hermano o los hermanos causan división debemos seguir lo que dice Tito 3:10 dice, “Al que cause divisiones, amonéstalo dos veces, y después evítalo.” Quiere decir que como iglesia tenemos que cortar el compañerismo con esa persona.
Estas dos mujeres habían “combatido” o trabajado juntamente ayudando al Pablo junto con Clemente y otros colaboradores “cuyos nombres están el libro de la vida.” Eran parte del equipo misionero de Pablo pero más importante el hecho que eran creyentes, ciudadanas del cielo y como tales deberían vivir en armonía.
¿Qué estás haciendo para promover la paz entre nuestros hermanos en Cristo? ¿Animas a otros y sirves como mediador para establecer la unidad y la paz? ¿Personalmente, buscas la unidad y la paz con todos?
Debemos animar y ayudar a otros a vivir en unidad en la iglesia para que podamos tener paz, la paz de Dios.
III. Debemos vivir regocijándonos en el Señor v. 4
- Huyendo de la felicidad
“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!"
Cuando hay unidad, hay gozo del Señor. No puede haber gozo cuando no hay discordia entre hermanos en Cristo. La unidad hace posible el gozo en el Señor y pero además nos da su paz.
A. Debemos huir la felicidad subjetiva
Pablo ya ha introducido el tema del gozo en esta carta (mirar Fiil. 1:18; 2:2; 2:17-18, 29, 4:10)
El gozo no lo mismo que la felicidad. La felicidad es subjetiva, de acuerdo a lo que nosotros queremos y recibimos. Hoy día el consumismo nos dice si tenemos más cosas seremos felices. Pero no es cierto. Sabemos que entre más tenemos más queremos y nunca estamos felices. Hoy día se nos dice que busquemos lo que nos hace feliz. Muchas personas lo buscan en las cosas, en el placer, en sus carreras y en sus familias. Muchos corren "la carrera de las ratas", que atrapadas en un laberinto van de un lugar a otro hasta que mueren exhaustas. Así hoy muchos viven así. Viven pero no saben para qué o para quién viven. No hay paz. Todo lo que hay en este mundo no nos puede dar el gozo. El gozo no se puede comprar, no se puede ganar, no se puede adquirir humanamente. Pablo dice que para tener paz debemos regocijarnos en el Señor.
B. Debemos regocijarnos SIEMPRE en el Señor
El mandato es regocijarnos siempre en el Señor. Regocijarnos en el Señor siempre cualesquiera que sean las circunstancias porque Dios está obrando en nuestras vidas y llevando a cabo su voluntad. Nos está formando a su imagen.
Pablo que estaba en la cárcel tenía el gozo del Señor. Pablo ha descrito en el capítulo 2 que Jesucristo es Señor porque se humilló, murió, resucitó. A través de Él tenemos vida eterna. Estamos unidos con Él. El nos imparte de su gozo. Este gozo es más real en nuestra vida y en la medida en que dependemos de Él. Nos podemos regocijar siempre cuando podemos decir, "para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia." Tenemos gozo aunque lo perdamos todo, porque nuestra ganancia se acerca, cuando nuestra vida sea completa en Cristo. Nuestro gozo tiene una esperanza segura.
Pablo reitera el mandato otra vez. La iglesia de Filipos necesita escuchar otra vez al igual que nosotros hoy día, "¡Regocijaos!
Nuestro Señor nos manda como iglesia a regocijarnos en Él siempre, cuando estamos todos juntos o unos pocos juntos en la semana. No somos mandados a ser felices. No somos mandados a entretenernos. No somos mandados a quejarnos. Somos mandados a regocijarnos en el Señor siempre. Es el gozo del Señor nuestra fortaleza. Su gozo nos da su paz.
G.K. Chesterton dijo, "Gozo, el cual era una pequeña publicidad para los paganos, es un secreto gigante par los Cristianos." (Citado en "A Long Obedience in the Same Direction" por Eugene H. Petersen
¿Muestra tu vida el gozo o el regocijo del Señor en todo tiempo? ¿Pueden otros ver este regocijo en ti en medio de todas las circunstancias?
Una iglesia unida se regocija, es una iglesia que posee la paz de Dios, y que puede compartir esta paz contagiosa con otros que no tiene la paz con Dios.
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