El encuentro con el ciego de nacimiento sucede después de su gran proclamación como la luz del mundo en el capítulo 8. Dirigiéndose a los líderes religiosos les ha llamado hijos del diablo por que hacen sus obras. Al final vemos como se declara igual a Dios diciendo que ha existido antes que Abraham. Los lideres religiosos están furiosos y listos para apedrearle por su “blasfemia”. Tan pronto sale del templo se encuentra con el ciego de nacimiento que jamás ha visto la luz. El Señor al dar este hombre la vista muestra una vez más que el es la Luz del mundo a la que ellos deben creer. Aun con esto, ellos le siguen rechazando.
El testimonio de este hombre sanado y el proceso de cómo llegó a creer en Cristo es evidencia de que Jesús hacía las obras de Dios (es el Hijo de Dios). Esta fue su misión: enseñar, y hacer las obras de Dios que incluyen sus actos milagros y la transformación espiritual de aquellos que creyeron en Él. Este fue el caso en este encuentro transformador con el ciego de nacimiento. Con todo esto, nos muestra también la dureza de los ciegos espirituales que rehúsan creer en Cristo aunque la evidencia es clara.
Este evento nos enseña como nuestras vidas al tener un encuentro con Cristo, debe llevarnos a no solo darle gloria con nuestras vidas sino también a una vida de constante adoración sin importar las circunstancias en que nos encontremos. Solo cuando miramos y nos gozamos en la gloria de Cristo podemos tener esperanza en toda situación humana.
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